lunes, 24 de agosto de 2009


No tengo ni una razón para extrañarlo.

Y no sé por qué lo extraño tanto si no tengo razones para hacerlo, no sé por qué Playa me hace extrañarlo tanto si nunca he estado allí con el, y no sé por qué comer sandía me hace recordarlo si nunca he comido sandía con el, ni sandía ni nada. No sé por qué cumplir años me hace pensar en el, si ni siquiera sabe en qué fecha cumplo años; no sé por qué extraño su boca si nunca la he besado, no sé por qué extraño sus manos si nunca las he tocado, no tengo razones para extrañarlo, pero aún así lo hago.

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